miércoles, 7 de enero de 2015

Jefe, pare que me bajo


Llevo varias semanas con esta entrada dando vueltas en mi cabeza. No sabía cómo enfocarla sin que fuera ágria o descorazonadora.

Sin embargo, leer la entrada de Salud con Cosas del primer día del año me sirvió para mejorar algo mi estado de ánimo. 

La cuestión es que llevamos tratando de cambiar el sistema desde hace ya mucho, y desde muchos roles diferentes. Y desde un tiempo a esta parte decidimos intentar cambiarlo desde dentro, hackearlo desde donde se toman algunas decisiones

En este corto periodo hemos tratado de hacer las cosas de otro modo. De proponer, de protestar, de gestionar de una forma diferente. Aún con lagunas, en nuestro entorno de responsabilidad algunas cosas hemos conseguido. Al menos esa es la sensación que tenemos.

El problema es que por mucho que propongas, inventes o innoves, al final hay muchas decisiones que vienen impuestas y en las que hay poco margen de mejora o negociación. 
Y como ya estás dentro, eres una pieza más de una maquinaria que no tiene ni tus inquietudes ni tus preocupaciones y que, incluso a veces, toma decisiones radicalmente enfrentadas con tus principios más inquebrantables.

La más importante de éstas son aquellas relacionadas con aquello que ya comentamos aquí en septiembre del 2012. Decíamos que vendrían tiempos duros... en este periodo hemos seguido criticando la forma en la que se hacían los recortes (sí, dejemos los eufemismos, los ajustes son recortes) en entradas como ésta o ésta y aún así hemos seguido dentro, tratando de cambiar el sistema poco a poco, sin desfallecer.

En este periodo de recortes, los que más los hemos sufrido hemos sido las enfermeras. Nosotros lo hemos dicho más de una vez pero quien mejor lo ha expresado ha sido Paco Pedro García-Fernández en el blog de los amigos de Cuidando en estas dos magníficas entradas. Y seguíamos ahí, contaminando a más gente, dispuestos a seguir hackeando el sistema.

Pero nunca pensamos que llegaríamos a la situación vivida este pasado diciembre en los dos hospitales (1 y 2) del área. Que conste que no solo ha pasado en nuestro entorno. Casi todos los hospitales andaluces han estado al borde del colapso (en Málaga, en Jaén, en Sevilla o en Granada) o directamente se han colapsado como el caso del hospital de Jerez.

Afortunadamente, gracias al esfuerzo de los profesionales, esos que llevan recortados todo el año o esas de los patines rojos que contaba Serafín Fernández en su blog, los pacientes lo han notado poco. No lo decimos nosotros, lo reconoce la Delegada de Salud de Córdoba, aunque nadie sabe cómo se le devolverán las horas extras a los profesionales.

Pero el sistema no puede sostenerse solo gracias al esfuerzo y compromiso de la gente. Hemos llegado a un punto en el que al personal no se le puede pedir más. Al menos nosotros no tenemos autoridad moral para pedirles más.

Solo haciendo cambios profundos, cambios que afecten a todas las categorías basados en datos que midan productividad y eficiencia, cambios duros que requerirán decisiones complejas y controvertidas. Solo así podremos salir de este callejón sin salida.

Si estos cambios no se producen, seguiremos en una espiral mortal hacia el más oscuro de los abismos.Pero a ese abismo no queremos ir. Sobre todo, no queremos ser parte de ese desvarío. 

Queremos algo mejor. Si ese es el camino que elige nuestra organización, nosotros nos apearemos y volveremos a las trincheras con todo lo aprendido como mochila y esperando un momento mejor para seguir transformando el sistema.

Si esa es la decisión... nos bajaremos en marcha de esta locura.


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