martes, 17 de marzo de 2015

perro no come carne de perro


En estos días nos hemos desayunado, merendado y cenado con el asunto del acoso de la comandante Zaida Cantera, un preocupante caso de mobbing laboral mantenido durante años y urdido por las élites de una organización para salvar a sus propias posaderas.

Lo más grave del caso es el tema del acoso laboral para generar miedo y tapar la denuncia verdaderamente grave por acoso sexual de un superior. 

Pero lo que pone de manifiesto el caso es que en el ejercito español existen unas élites extractivas que anteponen su sillón al bien común (algo que ya suponíamos y que el caso solo ha venido a confirmarnos).

Pero la cuestión que me ronda es ¿existen estas élites extractivas en la enfermería española?

En el caso de las élites colegiales la respuesta es fácil. No hace falta leer (aunque sea imprescindible) esta fantástica entrada de Juan F. Hernández Yañez para contestar. Solo hay que mirar una foto de los miembros del Consejo General de Enfermería de hace 15 años y compararla con una de hoy, o seguir el esperpéntico y bochornoso espectáculo que está dando el Consejo en el Colegio de Enfermería de Baleares (puedes leer más aquí o aquí)  o el escandaloso panorama que está viviendo la enfermería asturiana con su Colegio (puedes seguirlo todo en el blog de #6000enfermeras) para sacar conclusiones.

En el caso de las universidades y las organizaciones sindicales tendríamos más de lo mismo aunque, con la salvedad en el caso de los sindicatos de que, posiblemente, sean las organizaciones más decimonónicas y menos renovadas junto a los cuadros de los partidos políticos.

Pero... ¿y en el caso de las direcciones de enfermería de los centros? Aquí cada cuál contará la película en función de su propia experiencia, aunque la mera existencia de equipos directivos que digan frases como las que se describen en esta entrada pone los pelos de punta.

Obviamente, si la existencia de esas élites es consustancial al deterioro de las estructuras políticas y consideramos que la mayoría de las direcciones son nombradas por afinidad (política y/o personal), es de suponer que habrá muchas enfermeras que hayan oído o vivido situaciones similares.

Por mi experiencia (y a estas alturas conozco muchas directoras/es de enfermería) hay muchos ejemplos de personas de referencia y de verdadero de liderazgo,  pero también hay auténticas supervivientes que andan con una mosca detrás de la oreja, una mano en la silla -para tratar de que no se la mueva nadie- y un ojo nervioso cuchicheando lo que se publica en las redes.

Desde mi modesta opinión, la mera existencia de algunas de estas élites es una de las caras de la poliédrica realidad de la enfermería española, esa que desde hace años vive en un quiero y no puedo contínuo.


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