viernes, 30 de diciembre de 2016

Propósito 2017 #ombligOUT #FanzinEnfermeria


Entramos en 2017 y no vamos a dejar pasar la oportunidad de plantear nuevos propósitos para el nuevo año.

Como decimos en nuestras entradas del blog y en las conferencias a las que nos invitan, somos un colectivo que nos miramos demasiado la cicatriz, estamos continuamente mirándonos el ombligo y llenándolo de complejos que no nos dejan progresar como profesión.

En nuestros  más de 20 años como enfermeras no hemos dejado vivir en un entorno profesional marcado por varias dicotomías tóxicas:

  • Somos una pieza clave de la sanidad y a la vez un colectivo más maltratado.
  • Nos quejamos de estar a la sombra del médico pero no queremos asumir más responsabilidades de las imprescindibles.
  • Hablamos de que no tenemos representantes profesionales válidos pero a las elecciones colegiales solo van jubilados y afines.
  • La Enfermería no ostenta puestos de responsabilidad ni en los sitios donde se toman decisiones al tiempo que individual y colectivamente denostamos la gestión y los que se dedican a ella diciendo que eso no es enfermería.
  • Nos lamentamos de que no somos visibles ni reconocido nuestros trabajo en los equipos de Salud al tiempo que seguimos haciendo tareas que no nos corresponden, que nos sobrecargan y que nos infravaloran como colectivo.

En el fondo lloramos demasiado. Es nuestro estado natural…

Aunque tenemos todas las respuestas y soluciones dentro de nosotros, no hacemos nada para solventar nuestros problemas. Nos enjugamos las lágrimas con el fingido consuelo de que la solución tiene que venir de fuera, de que tienen que ser otros los que solucionen nuestros problemas o, simplemente, que la culpa es de los otros.

En la cabeza de cada enfermera se repite de forma martilleante la siguiente frase: “¿...y qué quieres que yo haga? yo no puedo hacer nada para cambiar esta situación esto lo tiene que solucionar….(otro)”

Tanto se martillea ese pensamiento que se convierte en el espíritu colectivo de cada estar de enfermería de cada centro de primaria, servicio de urgencia o planta de hospitalización cuando las cosas “pintan bastos”.

Sin embargo, seguimos autodenominándonos la pieza clave de la sanidad, pero con la boca chica, sin creérnoslo, pensando que no tenemos margen de maniobra y sin otorgarnos a nosotros mismos el valor que se supone que tenemos.

Para ser pieza clave, tendríamos que tener la profesionalidad que se nos supone y de la que tanto alardeamos. Pero el golpe de realidad de lo que dice este este tweet  (con más de 1000 RTs) es nuestro día a día.


No vamos a negar que no somos un colectivo al que no siempre se le trata bien. Pero cuánto de masoquismo hay en nuestra eterna sensación de maltrato. Siempre andamos haciendo cosas por los demás: buscando el informe médico para que el paciente pueda irse de alta, llamando, llevando, solucionando, arreglando y reclamando cosas para los demás. Sin embargo nadie nos hace nada a nosotros (que pena me doy...). Quizá si nosotros hiciéramos lo nuestro y dejáramos de hacer cosas para los demás no necesitaríamos que nadie nos hiciera nada. Digo yo que el Manual de la Perfecta Cabrona podría enseñarnos mucho, a mi me sirvió.

A la sombra, nos gusta estar en verano. El resto del año nos gusta tener nuestro lugar, tomar nuestras decisiones y asumir nuestra responsabilidad. No necesitamos que ningún médico tenga que informar sobre un tratamiento, un pronóstico o unas pruebas diagnósticas de ningún paciente del que seamos responsables. Si el paciente no quiere hablar nosotros es porque no le inspiramos ninguna confianza… puede que haberle dicho con anterioridad que tenemos que preguntar al médico para decirle si puede comer o no tenga algo que ver. Con estas actitudes no nos ponemos a la sombra del médico, vamos de cabeza a un soterramiento profesional.

Así es como nos terminamos convirtiendo en una profesión sobrecargada y minusvalorada. De entrada un profesional sobrecargado no tiene tiempo de hacer “favores” a las demás categorías, la sobrecarga entonces es autogenerada, y esta misma sobrecarga es la que nos hace pensar que no nos valoran por todo lo que trabajamos. Si dedicaramos nuestro tiempo a hacer un trabajo excelente igual nos sentiriamos más valorados. Somos las enfermeras las primeras que tenemos que poner en valor lo que hacemos, pero la realidad es que ni siquiera valoramos el trabajo de nuestros compañeros, porque si, por ejemplo, se sientan a registrar es que se están escaqueando del cuidado. Cuántas veces hemos escuchado ésto..

Es cierto que la enfermería no ostenta puestos de responsabilidad aunque haya excepciones para confirmar la regla (Doris Grinspun, Zulema, Jose Luis Gutierrez, Carmen Ferrer …) y lo, es por una histórica falta de ambición y por esa falta de confianza que la profesión enfermera en las propias enfermeras. Depositamos la confianza en otros colectivos para poder así tener la excusa de echarle la culpa a otros. Somos autodestructivas y nuestro mayor enemigo, la famosa violencia horizontal.

La ausencia de referentes y representantes profesionales válidos es un argumento muy manido y usado, al tiempo que acomodado. Nos es creíble pensar que siempre haya profesionales o personas interesadas en cerrarnos las puertas de los lugares de representación. Puede que las razones vuelvan a estar dentro de nosotras mismas. Que sigamos siendo representados laboralmente por las siglas sATSe mientras nos molesta que nos llamen ATS o que seamos una profesión colegiada que no participa de los órganos colegiales (o participa de manera irrisoria) tiene sin duda más peso que lo anterior.

Nuestra falta de visibilidad es el resultado de todo lo anterior, una profesión que se autoconsidera pieza clave sin serlo (mientras no lo demuestre), se refugia en tareas accesorias para evitar estar en su lugar y tomar las decisiones propias, que elude su responsabilidad, escudándose en la autocompasión y el autoengaño, y que no busca la excelencia individual autolimitándose en su desarrollo profesional. La invisibilidad no es el problema, es la consecuencia..

Como dijo Woody Allen: “Las cosas no se dicen, se hacen porque al hacerlas se dicen solas”  no pueden ser las enfermeras las que digan que son la pieza clave de la sanidad, lo tendrán que decir los demás.

Así que hagamos nuestro propósito de enmienda para el 2017, dejemos de dicotomías. Dejemos de mirarnos el ombligo (ombligIN) y empecemos de una PUTA (se puede decir puta en este fanzine?) vez a practicar el ombligOUT

Que cada una de nosotras empiece a ser una ENFERMERA con mayúsculas.

Tú! Enfermera, deja de compararte y de mirar al de al lado y mírate a ti misma. Pregúntate cómo quieres que te vean y que tienes que hacer para conseguirlo ¡ponte las pilas!.

El 2017 es el año del #ombligOUT de la enfermería.



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martes, 13 de diciembre de 2016

pies de barro


Hace unas semanas conocimos una noticia que volvía a recordarnos que España está a la cola en número de enfermeras por cada cien mil habitantes. Pero no solo eso, además tiene la peor ratio de enfermeras por cada médico de la zona euro.

¿Quiere decir eso que sobran médicos? No me atrevería a contestar con un si o un no rotundos sin investigar un poco (cosa distinta es la sensación que tengo en mi medio laboral) pero, lo que está meridianamente claro, es que faltan - y en el futuro cercano aún más - enfermeras.

Casi al mismo tiempo se ha ido generando una polémica que terminó en trifulca tuitera en torno a las campañas de humanización y cómo cada cual las entiende. Un debate que no nos lleva a ninguna parte pero que pone de manifiesto el enorme abismo que hay entre las prioridades de las enfermeras españolas.

Ambas cosas, que seamos cada vez menos y que nos peleemos en público, son muy preocupantes pero lo que más me preocupa es cómo y por qué hemos llegado hasta aquí.

Mientras hay quién lleva años analizando la relación entre el número de enfermeras, su formación, sus competencias o sus habilidades (eso que llaman skill-mix) y los resultados en salud de la población, y demostrando que a más enfermeras menos mortalidad, a más pacientes por enfermera más mortalidad o a mejor dotación (ratio pacientes/enfermera) y mejor skill-mix mejores resultados en salud1nosotros seguimos enfrascados en eternas cuitas intestinas no resueltas que no nos llevan a ninguna parte. Cualquiera diría por nuestra realidad que a nuestros responsables, políticos en general y corporativos en particular, poco le importan la seguridad del paciente, la calidad, los efectos adversos asociados a la hospitalización, los resultados en salud o la mortalidad de la población.

Mientras muchos expertos no enfermeros - este artículo2 de Vicente Ortún es de lectura obligatoria - siguen diciendo que la enfermería debe crecer para atender a las necesidades futuras de los sistemas sanitarios porque somos más versátiles, más cercanas a los determinantes sociales y tenemos una visión holística más centrada en las personas,  miles de enfermeras  emigran cada año a los países vecinos. Esta afirmación no es solo una noticia sino que se ha convertido en el trabajo de investigación de una enfermera española3.

Mientras algunos - con muy buen sustento teórico - apelan a que la enfermería será la clave de la sostenibilidad del sistema4, llevamos años perdiendo un número ingente de profesionales o volviendo al modelo medico-hospital-centrico como bien cuentan en este post de Médico Crítico.

Por esto mismo, en este escenario, es perfectamente entendible el descreimiento de muchas enfermeras cuando se les habla de prácticas avanzadas, de prescripción, de liderazgo, de councelling o de humanización. Y entiendo más aún que crean que los que hablamos de estas cosas con total naturalidad en redes sociales hayamos perdido el contacto con la realidad de cada día, una realidad que no huele precisamente a flores.


Puede que estemos dibujando el futuro sobre un lienzo de humo mientras el suelo de nuestra base profesional es demasiado frágil y está demasiado resquebrajado como para entender las grandilocuentes aspiraciones de nuestras conversaciones 2.0. 

No perdamos el norte. Vayamos despacio.  Alegremonos de tener al fin una enfermera Doctora Honoris Causa pero no olvidemos que somos una enorme profesión que todavía tiene los pies de barro.

1. He J, Staggs VS, Bergquist-Beringer S, Dunton N. Nurse staffing and patient outcomes: a longitudinal study on trend and seasonality. BMC Nurs. BioMed Central; 2016;15(1):60. 
2. Ortún V. [Nursing in the world to come]. Enferm Clin [Internet]. Elsevier; Jan [cited 2016 Dec 7];23(2):45–7. Available from: http://www.elsevier.es/es-revista-enfermeria-clinica-35-articulo-la-enfermeria-el-mundo-que-S1130862113000387
3. Galbany-Estragués P, Nelson S. Migration of Spanish nurses 2009–2014. Underemployment and surplus production of Spanish nurses and mobility among Spanish registered nurses: a case study. Int J Nurs Stud. 2016;63:112–23.
4. Gutiérrez-Sequera JL, Serrano-Ortega N. [Healthcare and the sustainability of the public health system]. Enferm Clin [Internet]. Elsevier; Jan [cited 2016 Dec 7];24(6):311–4. Available from: http://www.elsevier.es/es-revista-enfermeria-clinica-35-articulo-los-cuidados-sostenibilidad-del-sistema-S1130862114001405


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viernes, 2 de diciembre de 2016

Dolores tengo en el cuerpo #FanzinEnfermeria

Al fin tenemos nueva ministra. Anda que no nos ha costado nada lograr una candidata. Mujer, catalana y abogada para más señas, sin experiencia previa en el sector sanitario y que, para empezar y como declaración de principios, ha fijado este tuit



Así que aprovechando la ocasión, ahora que está recién llegada, que se acercan fechas de hacer peticiones,  y que como somos parte del sistema sanitario y posiblemente los más vulnerables, para hacerle nuestra particular carta de peticiones. No van a ser solo los directivos o los salubristas los que le hagan, así que nosotros vamos también a hacer nuesta particular 
carta de los reyes magos.

Primer Deseo:
Señora ministra Dolors, en primer lugar queremos proponerle una máxima más que un deseo, para cambiar cosas relacionadas con las enfermeras hable con ellas ( las enfermeras). No se limite, como ya hicieron sus antecesores a hablar solo con aquellos que se arrogan la representación de todo el colectivo, pero que tienen sus nombramientos cuestionados en sede judicial. Aproveche que en el parlamento y en la Comisión de Sanidad hay enfermeras como Marta Sibina o Carlota Merchan para incluir en las conversaciones a otros representantes, a sociedades científicas o la Asociación Nueva Enfermería. Reúnase con una Mesa Estatal de la Profesión Enfermera, que no esté coja y  que sepa transmitir los verdaderos intereses de la profesión.

Segundo Deseo:
Señora ministra Dolors, si no puede ayudarnos a conseguir el reconocimiento social y político que merecemos, al menos sea neutral. Deje que nos encarguemos nosotros y no nos ponga trabas. Está muy bien que quiera reunirse con los médicos, pero no olvide tener en cuenta las necesidades del colectivo mayoritario del sistema sanitario. Tómese en serio nuestras propuestas y reclamaciones. Un sistema sanitario con enfermeras contentas, bien remuneradas y bien consideradas es un sistema mejor valorado y más seguro.

Tercer Deseo:
Señora ministra Dolors, derogue el RD de prescripción enfermera y empiece de nuevo por donde se debió empezar en 2010. No lo haga por las enfermeras ni por las presiones de los loobies; hágalo por el bien del sistema sanitario. Hable con todos y legisle ajustándose a la realidad del sistema. Las enfermeras indican y  prescriben a diario en su ámbito de competencias, incluso en la realidad asistencial que las obliga a tomar decisiones que a menudo no están legalmente respaldadas, no permita que caigamos en la alegalidad y acérquenos a los países de nuestro entorno.

Cuarto Deseo:
Señora ministra Dolors, utilice la Interterritorial para reorganizar el sistema y orientarlo hacia la Atención Primaria y la comunidad. Si los más vulnerables son su prioridad, utilice a la enfermeras para ese fin. Al fin y al cabo somos el colectivo que más  patea las calles, que más cerca está de los mayores, de los necesitados y de los desfavorecidos.  

Quinto Deseo:
Señora ministra Dolors, aborde de una vez el caos de nuestras especialidades. Acometa con seriedad la especialización de la profesión y dótela de las herramientas necesarias para desarrollar una carrera profesional completa. Es irrisorio que se articule un decreto de especialización para cada comunidad y al mismo tiempo no se creen las plazas específicas para estos profesionales. Estamos gastando una ingente cantidad de dinero del erario público en formar y desarrollar especialistas que después no pueden incorporarse al mercado de trabajo porque no tienen plazas aprobadas para su especialidad.

Sexto Deseo:
Señora ministra Dolors, para mejorar el sistema sanitario y favorecer a los más vulnerables es necesario legislar para homogeneizar figuras como la enfermera gestora de casos, la enfermera experta o la enfermera de práctica avanzada en las diferentes comunidades. Legisle pensando en favorecer la participación de la enfermería en los temas donde es experta sin limitar su acceso a los órganos de dirección de los sistemas sanitarios (unidades de gestión clínica incluidas).

Mientras tanto y hasta que la nueva ministra lea esto, nos haga caso y empiece a legislar, seguiremos a lo nuestro, la enfermería seguirá siendo una profesión desregulada, desunida y desmotivada pero que seguirá yendo  a trabajar y a cuidar de sus pacientes con el autoengaño de la vocación monjil, el Happy Flower humanista y quejándonos, como plañideras de café, en el vestuario (en bragas y sujetador).

Seguiremos siendo una profesión que, como dice el refrán popular,  Dolores tiene en el cuerpo, pero en el culo tiene flores. Una profesión jodida pero contenta.



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miércoles, 30 de noviembre de 2016

@spiriman y la tormenta perfecta



Llevo semanas pensando en publicar esta entrada pero como me falta información local, no terminaba de decidirme. Digo esto porque en febrero visité Granada y, en aquel momento, todo el proceso de convergencia hacia el nuevo PTS me pareció envidiable y aún tengo la sensación de que me he perdido algo.

Aún así voy a tratar, como observador desde la distancia, de dar mi impresión y de explicar (muchas cosas las hemos contado antes de forma parcial) como una concatenación de situaciones pueden estar detrás de lo que está pasando en Granada y por qué está transfiriéndose a otras provincias andaluzas. 

Os pido disculpas por la inusual longitud de la entrada, pero el asunto lo necesita.

Todo empezó hace unos años (ni el gerente del Servicio Andaluz de Salud ni el consejero eran los actuales) cuando a alguien se le ocurrió tratar de cambiar el modelo organizativo que había hacia la gestión clínica. En teoría, el cambio de modelo buscaba hortizontalizar la gestión y acercarla a los profesionales clínicos para, de una manera indirecta, restarle poder a los "pata negra", los jefes de servicio de toda la vida. El proceso empezó poco a poco pero pronto encontró detractores (fundamentalmente organizaciones sindicales y los propios "patas negras"). En mitad del proceso, cuando lo que habría hecho falta es un decreto que terminara de delimitar en que consistía aquéllo, el decreto se quedó en un cajón y se realizó el cambio de modelo pero sin cambiar de verdad. El cambio se quedó en un mero cambio de nombre de las unidades. El poder seguía en los mismos.

Poco después apareció la crisis económica. Y aunque alguien diga que en Andalucía no se hizo como en otros sitios (yo también lo digo), la cuestión es que la falta de reposición de las jubilaciones, la falta de OPEs o la falta de interinidades ha terminado precarizando y reduciendo las plantillas de los centros.

Sin embargo, como contamos en esta entrada, las exigencias asistenciales, ligadas en muchos casos a compromisos políticos, obligaban a los centros a mantener sus carteras de servicio y su actividad previa a la crisis. Obviamente, con menos recursos, algo imposible. Esto provocó que los centros terminaran priorizando las actividades sujetas a decreto dejando a un lado aquellas memorables. Era cuestión de tiempo que salieran listas de espera desbocadas guardadas en un cajón. 

La organización seguía exigiendo resultados a los centros pero éstos, por su poco margen de maniobra, terminaron usando recursos pensados para la actividad extraordinaria (fundamentalmente las continuidades asistenciales) para cubrir las necesidades ordinarias y recortando en enfermería para ajustar presupuestos como explicamos aquí o directamente externalizando prestaciones (y engordando al monstruo como dijimos en esta entrada). Se han usado recursos de siempre para unas situaciones totalmente nuevas. Esto ha provocado que mientras los presupuestos han vuelto a niveles previos a la crisis, la actividad sigue siendo insuficiente.

Y aquí es donde entra en juego el penúltimo de los factores, la falta de renovación y de profesionalización directiva. Los directivos que han vivido estas situaciones son los mismos que vivieron en la opulencia previa, que no han necesitado tomar decisiones basadas en resultados en salud o tocar a los "patas negras". Por eso, en algún momento, a alguien se le ocurrió la idea de converger y de agrupar los hospitales en áreas. De esa manera, además de recortar en capitulo I, se reduciría el número de directivos necesarios reduciendo la necesidad de incorporar savia nueva (váyase usted a saber qué nuevas ocurrencias traen bajo el ala los jóvenes).

En definitiva, hemos terminado teniendo un sistema gobernado por los de siempre, con mala calidad organizativa y directiva y, sobre todo, con un enrarecido ambiente laboral y una más que mejorable proyección social.

Ya avisamos hace unos años en un taller que dimos en la Consejería y posteriormente en las reuniones que se mantuvieron para la creación de Red Salud Andalucía, que nuestra organización tenía que tener un plan, una planificación de presencia en redes sociales. Pero a un grupo de frikis nadie les hizo caso y, hoy en día, como bien cuenta Alfonso Pedrosa en este artículo, la consejería no está preparada para una crisis de reputación en redes sociales.

Y ahí es donde aparece Jesus Candel, @spiriman

Hasta hace unos años, la insatisfacción de los ciudadanos o el hastío de los profesionales no pasaban de la hoja de reclamaciones, del escrito firmado por unos cuántos o de la airada charla en la cafetería. Hoy no. Hoy cualquiera cuelga un post, una foto o un comentario en una red social como dijimos en esta entrada.

Jesus Candel, del que desconozco las razones primarias que le llevaron a ese primer video, no ha hecho más que canalizar, a través de un personaje muy bien creado, todo el ambiente de descontento previo e indignación creciente por la inacción de la otra parte a la que se le ha añadido la eterna sensación de la Andalucia oriental de ser la hermana pobre y desatendida (y con algo de razón). Pero él no es el problema, él no es más que producto de este tiempo, un sanitario de verbo fácil (a veces demasiado fácil y procaz) y un aceptable manejo de los medios sociales.

Es posible que como lo que le pasó a William Wallace todo empezara de manera cuasi romántica pero por la precipitación de los acontecimientos, la infravaloración del fenómeno por parte de la consejería o de la búsqueda de razones externas (para no mirar las de dentro), ya no pueda parar. No creo que existan razones más allá, no creo que esté manejado por nadie ni creo que tenga oscuras intenciones. Simplemente, ya no puede parar.

Ya tenemos el cóctel perfecto. Con un poco de apoyo de varias plataformas, una organizaciones sindicales anquilosadas e incapaces de canalizar las reivindicaciones en los nuevos medios y el oportunismo de un par de partidos políticos (uno, por cierto, que se mueve muy bien en estos medios sociales como contamos aquí) ya tenemos el lío montado. Tres concentraciones o manifestaciones que sacan a casi toda la población de Granada a la calle y varios trending topics.

Una demostración de fuerza que convierte un problema que podría haber sido local en algo global y que trasciende al propio sistema sanitario como podemos leer en esta noticia.

Una mecha que es fácilmente trasladable a otros lugares de Andalucia (como así ha sido este fin de semana) porque se comparten gran parte de las razones.

A estas alturas, posiblemente ambas partes lleven algo de razón. Ni el proceso de convergencia ha sido tan desastroso (trasladar un hospital tan grande es muy complicado)  ni las reclamaciones de las plataformas son tan inasumibles. Pero lo que esta claro solo mediante el dialogo (como viene reclamando Joan Carles March) y desde la base de que ambas partes tendrán que ceder, se podrá salir del atolladero en el que nos encontramos en  la actualidad. Una tormenta perfecta para la que no veo soluciones que, como en el caso de Braveheart, no sean traumáticas para ambas las partes y en las que el que más va a perder es el propio Jesus Candel (a parte del anterior gerente, Manuel Bayona, muy castigado aunque se esforzara hasta la extenuación para que todo el proceso fuera el mejor posible).

Al final, se ha generado una tormenta que, como dice este editorial, va más allá de una cuestión local, del interés de un grupo concreto o de cuantos "hospitales completos" termine habiendo en Granada y que, tristemente, está poniendo a todo el sistema en entredicho.

La sanidad pública andaluza ha dejado, de golpe, de ser la joya de la corona.


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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Aceros Inoxidables


Cada vez es más frecuente que grupos de profesionales de base se organicen y canalicen sus inquietudes en forma de campaña de difusión aprovechando el altavoz que son las redes sociales.

Aquellas primeras campañas como #MiVidaSinTi o #Internetenlaconsulta eran algo nuevo, extraordinario por novedoso. Era el símbolo de que se podrían proponer cosas desde abajo para poder cambiar las cosas hacia arriba.

Casi seis años después, no hay semana en la que no hay una nueva iniciativa rulando y buscando apoyos y trascendencia.

Pero no son las campañas las que nos llaman la atención. Prácticamente todas siguen estando diseñadas para cambiar las cosas desde abajo, hechas desde la ilusión, desde el tesón y el esfuerzo de un grupo anónimo de profesionales comprometidos con su profesión y los pacientes. En el fondo, todas estas campañas son encomiables.

Muchas de estas campañas como #PaliativosVisibles, #FFpaciente, #humanizalaUci (y muchas otras) son además más que necesarias.

Lo que nos llama poderosamente la atención es el cambio que se está practicando en algunas organizaciones (entre las que incluimos a algunas asociaciones profesionales y sociedades científicas)

Muchas de estas organizaciones, mientras hacen oídos sordos a las propuestas de sus profesionales, tan o más importantes que estas campañas o incluso, semejantes a ellas, sacan notas de prensa o se hacen fotografías sumándose a las campañas que proponen otros sin cambiar nada de puertas adentro.

Los responsables se podrán poner el pin de #SueñoOn pero si no cambian cosas dentro de los hospitales, los pacientes seguirán durmiendo igual de mal que siempre. Puedes llenar el centro de pegatinas, globos y carteles de #StopUpp y subir las fotos que quieras a instragram o a Facebook pero si no aumentas el parque de superficies de aire alternante o formas al personal, al día siguiente seguirás teniendo la misma incidencia de úlceras.

Si las campañas, además de secundarlas con un tuit o con una foto, no se incorporan al ideario del centro, a la planificación estratégica de la organización, se quedan en nada o, como cuentan en esta entrada que me ha llegado al alma, pueden hasta ser engañosas. En el fondo, en la mayoría de las ocasiones, esto no ocurre porque los responsables ni las entienden. 

Definitivamente ha aparecido una nueva forma de postureo, el postureo institucional.


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sábado, 29 de octubre de 2016

Akelarre Enfermero #FanzinEnfermería


Soy de la promoción del 95 por lo que ya hace más de 20 años que terminé la carrera. Empiezo a ser lo que se conoce como una vieja enfermera vieja (que no es lo mismo que una enfermera vieja).

Para ser justo, en estos más de 20 años, algunas cosas han cambiado o muestran atisbos de que pueden cambiar: Bolonia, el grado y el acceso al doctorado; la prescripción o, al menos, su debate; el acceso, aunque sea precario, a puestos de gestión; el reconocimiento, aunque a veces pueda parecer anecdótico, a algunas enfermeras.

En la mayoría de estos casos hemos hecho poco como colectivo para que pasen y han sido más por imposiciones externas, por una oportunidad económica o por la realidad social.

Pero hay otras muchas cosas que apenas han cambiado, no han cambiado nada o ni siquiera se debaten: La impenitente oligarquía de las élites universitarias y colegiales (si a éstas se les puede llamar élites sin sonrojarse), la escasísima presencia de enfermeras en los órganos de decisión de los diferentes servicios de salud, la violencia horizontal instigada en muchos casos desde las estructuras intermedias de gestión, la irreconciliable distancia y asincronía entre la realidad académica, la carrera profesional (léase especialidades y su escuálido desarrollo) y la realidad laboral y así un infinito etcétera.

Por este motivo, aunque la mayoría de las conversaciones de enfermeras con enfermeras siguen siendo de cosas del diario de cada control de enfermería, cada vez hay más conversaciones, no solo en la red, que plantean la necesidad de hacer un debate profundo sobre la profesión, un debate sin cortapisas donde participen todos los actores posibles y desde todos los ámbitos de nuestro amplio espectro profesional para tratar de actualizar la enfermería española. Una especie de congreso refundacional.

Pero yo quiero ir más allá. Yo creo que, llegados a este punto, y siguiendo la propuesta contracultural de este FanZine, lo que habría que hacer es, utilizando terminología informática, “un restaurado a modo fábrica”. Una especie de volver a empezar de cero. Una especie de reinvención, un reinicio que nos permitiera generar nuevos sustentos ideológicos, políticos y filosóficos mucho más cercanos a la realidad del mundo del siglo XXI y que, a su vez, nos permitieran generar nuevos referentes en todos los ámbitos.

Obviamente, si la primera opción es casi imposible en el panorama laboral, territorial y sociopolítico de la enfermería española, la segunda opción no es más que una ensoñación.

Así que, defenestradas las dos opciones sensatas, solo nos queda tratar de arreglar la profesión vendiendo nuestras almas al diablo.

Quitémonos las cofias, los mandiles y todo lo blanco, puro y divino de nuestros cuasimonacales uniformes para lanzarnos con los brazos abiertos al averno. 

Nadie va a discutir que Florence Nightingale, Virginia Henderson, Dorothea Orem, Marta Rogers o Marjory Gordon son, de una manera o de otra, madres de la enfermería que hoy conocemos, pero todas ellas nacieron y ejercieron en un tiempo muy distinto a los actuales. Así que nada mejor que utilizar todas aquellas imágenes en blanco y negro que aún usamos para sustentar los pilares filosóficos de nuestra profesión para hacer una enorme hoguera purificadora.

Hagamos un enorme Akelarre simbólico que sirva para expiar nuestros veniales (o no tan veniales) pecados pasados con banquete y orgia incluidos… solo hacemos falta unas pocas brujas y, de esas, no faltan en esta bendita profesión.

Es posible que al amanecer el mundo haya cambiado para mejor: que al fin nos reconozcan como una profesión imprescindible en los sistemas sanitarios; que nuestras élites sean eso, las élites o que nuestro crecimiento académico y competencial vaya ligado al crecimiento laboral y profesional…

También es posible que no… pero ¡y lo bien que lo habríamos pasado!

Siempre podemos pensar que lo que hay que hace es ir a Zugarramurdi para que tenga efecto ¿quién se apunta al próximo Akelarre Enfermero?


Puedes ver el número completo de Noviembre 2016 del #FanzinEnfermería aquí

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martes, 18 de octubre de 2016

Just a Nurse





Las enfermeras sabemos de sobra que nuestra profesión es una de las profesiones más infravaloradas cultural, social y económicamente.


Todos los que nos dedicamos a cuidar a los demás, algo tan inmaterial, sabemos que siempre saldremos perdiendo con nuestros compañeros médicos, que hacen cosas más concretas, más técnicas y en un entorno medico centrista.

Es una especie de pelea perdida de antemano.

En este blog siempre hablamos de que las enfermeras tenemos que hacer un esfuerzo suplementario en hacernos visibles. Tenemos que hacer un esfuerzo extra para que la ciudadanía nos valore más por lo que hacemos y que, en la mayoría de los casos, hacemos tan bien.

Eso es lo que ha hecho Caitlin Brassington, una enfermera australiana, en su muro de Facebook harta de que le digan que si es sólo una enfermera. Y se ha hecho viral.

Y por eso mismo, más aún que las palabras de Francino, nos han gustado las de Caitlin, que hemos traducido y que reproducimos a continuación, porque están escritas desde el corazón, desde el mosqueo de la falta de reconocimiento al trabajo diario y desde la desesperación de alguien que, si bien no espera un premio, valora un agradecimiento, como ella misma expone en esta entrevista en un medio local después del revuelo que sus palabras han creado.
Acabo de llegar a casa después de un turno horrible, con una pinta muy ordinaria con mi pijama de enfermera. En el camino a casa hoy, paré para comprar leche y me encontré con una conocida. Ella nunca me había visto con mi uniforme y me dijo que nunca se había dado cuenta de que “solo soy una enfermera”. Guau! Después de mis más de 18 años de carrera, he oído esta frase muchas, muchas veces, pero hoy me llegó... ¿Solo soy una enfermera?
He ayudado a traer bebés al mundo, muchos de los cuales necesitaron asistencia para dar su primera respiración y, aun así, solo soy una enfermera. He cogido sus manos y he garantizado la dignidad de pacientes mientras daban su último suspiro y, aun así, solo soy una enfermera.
He dado consejo durante el duelo a padres que acababan de perder a un hijo y, aun así, solo soy una enfermera.
He reanimado y he traído de nuevo a la vida a pacientes y, aun así, solo soy una enfermera.
Soy los ojos, los oídos y las manos de los médicos, con la capacidad de evaluar, tratar y manejar vuestra enfermedad y, aun así, solo soy una enfermera. 
Puedo auscultar los campos pulmonares de un recién nacido y evaluar que pulmón puede tener un problema de ventilación y, aun así, solo soy una enfermera.  
Puedo educar a pacientes, cuidadores y a enfermeras noveles y, aun así, solo soy una enfermera.
Soy la defensora de mis pacientes en un sistema sanitario que siempre pone las necesidades de éstos primero y, aun así, solo soy una enfermera.
Me perderé el día de navidad, el cumpleaños de mis hijos o las funciones escolares para venir a trabajar y cuidar de las personas que quieres y, aun así, solo soy una enfermera.
Puedo sacar sangre, canalizar una via y suturar una herida y, aun así, solo soy una enfermera. 
Puedo manejar un paro cardiaco en un recién nacido, un niño o un adulto y, aun así, solo soy una enfermera. 
Te puedo decir la dosis de adrenalina o amiodarona ajustada al peso que tu hijo puede necesitar para volver a la vida y, aun así, solo soy una enfermera. 
Tengo la experiencia y los conocimientos que han salvado la vida de muchas personas. Así que, si solo soy una enfermera, entonces estoy ridículamente orgullosa de serlo.


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