viernes, 5 de mayo de 2017

Heroes de lo Cotidiano



No es la primera vez que en este blog hablamos de rebeldía, de hackear, de ser troyanos pero es que la reciente noticia de el mismísimo MIT que ha pensado en premiar a los desobedientes y a los que rompan las reglas y el post "Romper las Reglas" del amigo Miguel Ángel Manyez, desde hace años una de las inspiraciones de este blog, hacen que volvamos a hablar del tema.

A nosotros también nos gustó el texto de José Cabrera, pero creemos que esta entrada de Andrés Ortega sintetiza mejor cuales son las 5 características que debería tener ese rebelde de las organizaciones.
El problema es que, como nos decía hace mucho tiempo Rosa Andrade (desde hace mucho tiempo desaparecida del panorama 2.0), otrora responsable de del nacimiento de Red Salud Andalucía, las organizaciones publicas son como grandes transatlánticos y los que queremos hacer las cosas de otro modo vamos en barcas hinchables y así es imposible hacerlo cambiar de rumbo. 

Aunque existen iniciativas loables que pretenden acelerar este proceso, el diario de las organizaciones es tan distinto que está a años luz de lo teórico, de la utopía o del romanticismo de las ideas de estos textos. 

La realidad de las organizaciones está minada de trampas, de aviesas suposiciones y de reuniones inservibles. Una especie de enjambre de alambres de espinos que a la par sirven para limitar los espacios y las responsabilidades como de frontera para quién pretender atravesarlas. Obviamente, en este escenario, de hackear, de redarquia, holocracia y otras formas de organización no se habla en los pasillos.

Más bien todo lo contrario. Se habla de valorar si merece la pena, de limitarnos a hacer lo que se dice, de no levantar la voz...

Por eso ser rebelde no es fácil. La tentación de tirar la toalla es grande, máxime cuando es frecuente recibir recomendaciones, estamos seguros que hechas desde el cariño, de que para crecer profesionalmente es mejor almibarar los mensajes y las expresiones, es mejor no hacer ruido, es mejor pasar desapercibido, es más sensato no contravenir las instrucciones (aunque sean manifiestamente erróneas), en definitiva, que es mejor no ser rebelde.

Afortunadamente en nuestro caso, cada vez que escuchamos expresiones como "respetar el orden jerárquico" o "por el conducto reglamentario" nos entra un escalofrío que nos devuelve a nuestro estado natural. 

Automáticamente se nos remueve todo lo leído sobre liderazgo transformacional, sobre  cambios de la cultura de las organizaciones, sobre intraemprendimiento, sobre gestión de personas y grupos. Durante unos segundos perdemos la esperanza de que, algún día, la mayoría de gestores y personas con alguna responsabilidad en las empresas publicas tengan algunas de las 5 competencias claves del líder del siglo XXI también de Andrés Ortega.



Pero rápidamente volvemos a tomar conciencia de cuál es el objetivo: hacker el sistema desde dentro demostrando que las cosas se pueden hacer de otro modo desde la rebeldía. 

Por eso seguimos en la brecha, trabajando despacio pero sin descanso, moviendo piedra a piedra, siendo conscientes de que Roma no se construyó en un día, sobre la base del decálogo de la Cultura Hacker, tratando de ser eso que Iñaki González llamó ayer en las XIII Jornadas de Enfermería de Navarra Héroes de lo Cotidiano, como tanto otros héroes anónimos que no desfallecen y siguen intentándolo cada día.



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